jueves, 24 de septiembre de 2009

C-La sota de picas. Boris Akunin. (Cap. 2/8)

Viene de Cap. 1/8

La ciencia vital de Momo
Los nombres en los últimos años han cambiado tanto que, el inicial, con el cual ha venido al mundo, empezaba a ser olvidado. Hace mucho que ya lo llamaban Momo.

“Momo” es un burlón de la Grecia antigua y una persona malévola, hijo de Nix, la diosa de la noche. En la adivinación, “la pitonisa egipcia”, es designada así, sota de picas, la carta mala, prometiendo el encuentro con el tonto burlón o la broma pesada de la fortuna.

Amaba la carta de Momo e incluso la honraba profundamente, sin embargo, en las adivinaciones no creía, y colocaba en el nombre elegido completamente otro sentido.
Cualquiera mortal juega, como es conocido, a las cartas con el destino. La correlación no depende de la persona, sino como se lleva: a quién consigue unos triunfos, quién enteramente dos o tres. A Momo, la naturaleza le ha entregado las cartas a medias, se puede decir, una tontería de cartas, las decenas y las sotas. Pero el jugador bueno con estas se enrabieta.

Además, y por la jerarquía humana, la sota destaca. Momo se estimo sensatamente: no es el as, claro, ni tampoco el rey, pero tampoco del dos al diez. Así es la sota. Sin embargo no es cualquier trébol aburrido, o un rombo honesto o, guárdalo Dios mío, de ser un baboso corazón, y es especial, la pica. La pica, el palo no es fácil. En todos los juegos es el menor, solamente en el bridge-visto cubre al trébol, y al corazón, y al rombo. Conclusión: decide tu mismo en que juego a ti te toca jugar en la vida, y tu palo será el principal.
En la tierna infancia, Momo no daba tranquilidad al proverbio sobre dos liebres. Y bien, ¿por qué, quedaba perplejo él, es imposible coger ambas a la vez? Bueno, renunciar a una, ¿que? El pequeño Momo (entonces aun no era Momo, sino Mitenka Savvin) con esto no estaba decididamente conforme. Y salió alrededor de los derechos. Encontraba estúpido el proverbio, para torpes y perezosos. Le ocurrió a Momo, no por una vez, incluso no dos, que fue mucho más orejudo, más gris, y le salió más vello. Para esto él tenía elaborada su propia teoría psicológica.
Muchas ciencias cambian la opinión la gente, desde la mayoría de ellos a una persona normal y utilidad ninguna, he aquí de hecho que escriben tratados, magistraturas y defienden tesis de doctor, llegando a ser miembros de las academias. Momo desde niño sentía por la piel, el esqueleto, el bazo, que era la ciencia más importante, no la aritmética o cualquier latín, y la gustaba la destreza. Aquí estaba, la llave, con la cual es posible abrir cualquier puerta. Era extraño que solo ésta importante parte de la ciencia no la enseñaban ni los instructores, ni los maestros del colegio. Convenía mas comprender sus leyes.
Pero porque esto, si meditar estaba incluso a la mano. El talento para la ciencia esencial fue descubierto al muchacho temprano y porque para otras preferencias de esta disciplina no se le ocurrió, gracias a Dios.

La gente habitual tenía relación, por alguna razón, con el asunto clave sin prestarle atención ni sentido, lo contaban así: me gusta, bien, no me gusta, que le vas a hacer, no se manda sobre el corazón. Serás, pensaba el creciente Mitenka, aun como serás. Si le has gustado a una persona, has sabido coger su llavecita, todo, el es tuyo, esta persona, haz con él lo que quieres.

Resultaba que, gustar es posible a cualquiera, y para esto es necesario completamente poco. Comprender que hay tras la persona: de que vive, como el mundo lo ve, de qué tiene miedo. Y cuando se comprende, toca en él, como en un silbato, cualquier melodía. No importa que serenata, aunque sea la polca de la mariposa.

Nueve de cada diez personas mismas a ti te lo contaran todo, solamente si consientes escuchar. De hecho nadie escucha a nadie claramente, asombrosamente. En el mejor de los casos, si hay educación, esperarán las pausas en la conversación y de nuevo sobre ello. ¡Y cuanto importante e interesante es posible conocer, si sabes escuchar!

Escuchar correctamente es algo parecido al arte. Es necesario imaginar, como si tú, con un frasco vacío, un vaso transparente, comunicaras con el interlocutor con la ayuda de tubos invisibles. Que el contenido del compañero por una gotita correrá hacia ti para que llenes el líquido de este color, estructura y grado. Que por cierto tiempo dejes de ser tú y te conviertas en él. Y entonces la persona se convierte en ti entendida en toda su esencia, y tu de antemano sabrás lo que él dirá y que hará.

La ciencia de Momo comprendía gradualmente y en sus años tempranos la aplicaba por una bagatela, para una ventaja pequeña, y más para la comprobación y el experimento. No habiendo aprendido la lección, saco buena nota en la escuela; después, ya en de cadetes, mereció el respeto y el amor de los compañeros; tomo prestado dinero; enamoro a una señorita.

Más tarde, cuando salió al ejército, las ventajas de crecer y ponerse fuerte son más considerables cerca de la ciencia del acero. Diremos, que si limpias de dinero a la persona a las cartas, y él tranquilamente se queda sentado, no se ofende por el pequeño simpático, el corneta Mitya Savvin. Y en las manos del agradable compañero no es necesario fijarse más. ¿Es malo?

Pero esto no fue solamente en el gimnasio, en la preparación de los músculos. Para la ciencia actual, su talento sirvió hace seis años, cuando el destino dió al futuro Momo la primera Posibilidad auténtica. Entonces él aun no sabía que la Posibilidad no es necesario cogerla, sino crearla. Espero todo, mientras que la suerte misma llegara navegando a sus manos y solamente tenía miedo de una cosa, no perder.

No perdió.

La situación vital cerca del corneta en aquel tiempo se destacaba podrida. El ejército se quedo en la ciudad gubernamental de Smolensk un segundo año, y todas las posibilidades de suplemento de sus talentos fueron agotadas. De quién podía, gano; todo lo que fue posible tomar, hace mucho que lo tomo; el coronel, aunque quería a Mitenka con todo el alma, era avaro con el dinero que le daba, y además gastaba fuertemente por la envidia. Y aquí con las cantidades de reparación tuvo lugar una imprudencia: mando al corneta Savvin a la feria del caballo en Torzhok, como aficionado, despilfarrando más de lo admisible.

En general, su destino se componía en ir al tribunal, en marcharse a la carrera, o casarse con la hija cubierta de granos del comerciante Pochechuev. La primera variante, claro, estaba excluida, y el joven capaz dudaba en serio entre lo segundo y lo tercero.

Y de repente la fortuna le dio un golpe de suerte, con la ayuda de la condena, pudo alargar completamente su partida. Murió su tía carnal, rica propietaria, que legó al querido sobrino su hacienda. Una vez, siendo aun cadete, Mitenka se dirigió a ella en el mes más aburrido y como nada tenía que hacer, practico ligeramente la ciencia vital. Después de la vieja se olvido, y he aquí que la tía, al mocito silencioso y amable, no lo había olvidado. Entre todos los otros sobrinos y sobrinas lo nombro en su testamento. No demasiado bueno era el latifundio que paso a la propiedad de Mitya: en total mil desiatinas, y esto en las provincias de las tinieblas, donde a la persona decente y durante la semana, es vergonzoso pasar por casa.

¿Cómo se comportaría habitualmente, un ordinario corneta, al que le atañe tal suerte? Vendería la herencia de la tía, cubriría la carencia del estado, devolvería parte de lo debido, y empezaría a vivir así a la antigua, el tonto

Y de que otra forma, pregunten.

Está bien, aquí esta su cuestión. Usted tiene una hacienda, con un precio rojo de veinte cinco o treinta mil. Y las deudas con todos son cincuenta. Y, lo principal, hasta la muerte le molesta para enriquecerse, quiere vivir con dignidad: con una buena salida, en los mejores hoteles, para que la vida sea como un carnaval eterno y para no soportar a un coronel gordo, y conseguir su flor, tuberosa con ojos tiernos, el talle armonioso y la risa sonora.
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Será suficiente navegar en una astilla por el río de la vida, decidió Mitenka, es hora de tomar el destino por el cuello de cisne. Aquí la ciencia psicológica le sirvió en gran medida.

Vivió él en la provincia no una semana ni dos, sino tres meses enteros. Iba de visitas a los vecinos, a cada uno ha sabido gustarle en su avenencia. Con un mayor retirado, tejón y grosero, bebió ron y fue tras los osos (aquí sufrió miedo). Con la consejera colegial, ama de casa viuda, coció la confitura de camuesa y escribió en el librito consejos para el parto de la cerda. Con el jefe de distrito, de los que estudia los campos, discutía las novedades del gran mundo. Con el juez de paz fue por el río, a un campamento gitano.

Progreso considerablemente: resultaba simultáneamente simple y pequeño, la cosita de la capital, un joven serio, alma valerosa, “la persona nueva”, el defensor del tiempo antiguo y aun el candidato fiel para las novias (en dos familias desconocidas entre ellas).

Y cuando consideraba que el suelo estaba bastante abonado, realizaba todos los asuntillos en dos días.

Incluso es ahora, tras unos años, cuando ya parecía que había que acordarse y enorgullecerse, Momo con placer restablecía en la memoria su primera "operación" auténtica. Especialmente el episodio con Evripid Kallistratovich Kandelaki, que tenía fama entre los terratenientes locales por el cicatero y el pleitista, como el mundo no ha visto. Sería posible, claro, no tratar con Kandelaki, pero por la juventud de los años y el entusiasmo de la naturaleza de Mitenka, amaba romper con los dientes las nueces fuertes.

El truhán-griego fue retirado de los impuestos. Una persona de este tipo solo es posible que te guste de un modo, creando una ilusión, que de tu cuenta él conseguirá lucrarse.

El corneta valiente llego a saltos al vecino sobre un caballo cubierto de espuma, todo rojo, con lagrimas en los ojos, las manos temblando. Directamente desde el umbral rompió a llorar:

- Evripid Kallistratovich, ¡sálveme! ¡En usted está toda mi esperanza! ¡Ante usted, como en el alma! ¡En el ejército me llama el auditor! ¡Hay un gasto tras de mí! ¡Veinte dos mil!

La carta del ejército era de verdad, para la reparación de la falta. Se termino la paciencia de los jefes con Savvin y esperarle de las vacaciones.

Mitya saco un paquete con el sello de regimiento, y también un papel.

- Desde hace un mes en el noble banco agrario tengo un préstamo por 25 mil bajo fianza de las haciendas de la tía. Pensaba, - sollozo él, sabiendo perfectamente que al griego no lo reblandecía, - recibiré el dinero y cubriré la falta. Ah no, ¡no maduro! ¡Mi deshonra! Solamente me queda una, ¡la bala en la frente! ¡Ayúdeme, Evripid Kallistratovich, encantador! Deme veinte dos mil, y a le hare a usted la autorización para el recibo del préstamo. Iré al ejercito, me justificare, salvaré el honor y la vida. Y dentro de un mes recibirá veinte cinco mil. ¡Usted tiene la ventaja, y para mí la salvación! ¡Se lo suplico!

Kandelaki se puso las gafas, leyó la carta terrible del ejército, estudio con atención el contracto hipotecario con el banco (también verdadero, formalizado en la debida forma), se mastico los labios y le ofreció quince mil. Se pusieron de acuerdo en diecinueve.

Esta fue la escena en el banco, cuando un mes después, en el día designado, allí se reunieron los poseedores de las once autorizaciones dadas por Mitenka.

El dineral no resulto malo, pero la vida, después de esto, claro, tuvo que cambiar más radicalmente. Claro que sí, no tenia lastima de su vida anterior.

El antiguo corneta Savvin no tenía miedo a los disgustos de la policía. El imperio, gracias a Dios, era grande, había muchos tontos, las ciudades ricas bastaban. A una persona con fantasía y osadía encontrará siempre, donde continuar. Un nombre y documentos, es un asunto de poca monta. Llámalo como desees. Lo que quieras, allí lo tienes.

Hasta la apariencia, Momo la ha llevado simple y exclusiva. Él amaba mucho su cara y podía admirarse en el espejo de las horas.

Los cabellos de un color maravilloso descolorido, castaño claro, como lo tenían la mayoría aplastante de eslavos autóctonos. Los rasgos menudos, inexpresivos, los ojos gris-azul, la nariz no estaba claramente dibujada, la barbilla débil de carácter. En general, su atención no se detenía absolutamente ante nada. No tenia fisonomía, era un lienzo limpio, dibuja sobre él lo que quieres.

La estatura era media, le faltaban señas especiales. La voz, en verdad, insólita, profunda, sonora, pero Momo aprendió a dominar este instrumento a la perfección: podía zumbar bajo, como un tenor seducir, soltar un falsete, e incluso como un soprano chillar como una señora.

De hecho para poder cambiar su apariencia hasta que no se pudiera reconocer, era poco teñirse los cabellos y enganchar una barba. Para la persona tenia hecha la mímica, la manera de andar y sentarse, los gestos, la entonación, las palabritas especiales en la conversación, la energía de la mirada. Y bien, por sí mismo, el medio ambiente, la ropa, la primera impresión, el nombre, el título.

Si fueran actores ganarían mucho dinero, Momo se convertiría seguramente en el nuevo Shchepkin o Sadovsky. El esto no lo sentía. Pero en tanto en cuanto para él fuera necesario, no pagarían incluso los primer ministros en los teatros de la capital. Además donde es más interesante interpretar la pieza no es sobre la escena, con dos entreactos de 15 minutos, sino en la vida, cada día, todo el día.

En estos seis años él recuerda todos los papeles que interpreto. Las piezas fueron enteramente composición propia. Momo a ellos los nombraba a la manera de un estratega militar, las "operaciones", y ante el comienzo de la siguiente aventura le gustaba imaginarse a Maurice Saksonski o Napoleón, pero por su naturaleza esto era, claro, no batallas sangrientas, sino espectáculos alegres. Eso tiene otros personajes, probablemente, y no podían estimar todo el genio de la trama, pero para Momo se quedaba invariablemente el placer completo.

En los espectáculos termino de representar mucho, en pequeños y grandes, triunfales y menos acertados, pero el fracaso, con siseo y silbido, no había ocurrido hasta ahora.

Un tiempo Momo se aficiono a perpetuar la memoria de los héroes nacionales. Al principio, habiéndose perdido la hélice en el buque de vapor del Volga y bajando a la costa en Kostroma sin un grosh (moneda rusa), reunió las donaciones para el monumento de bronce a Iván Susanin. Los mercaderes picaban, la nobleza trataba de aportar el pago con manteca o centeno, y salió una bagatela, menos de ocho mil. Pero en Odessa, para el monumento a Alejandro Sergeevich Pushkin le dieron generosamente, especialmente los comerciantes hebreos, y en Tobolsk, los mercaderes peleteros y buscadores de oro de Ermark Timoféyevich se desprendieron de setenta cinco mil para el persuasivo "miembro de la sociedad Imperial histórica”.

Muy acertadamente, en el año anterior, recibió de la sociedad de crédito "Estilo mariposa" en Nizhny Nóvgorod. La idea fue simple y genial, calculada la raza más difundida de gente, los cuales tendrían crédito como un milagro gratuito más fuerte que el peligro natural. La sociedad "Estilo mariposa" cogía de los habitantes los préstamos monetarios bajo un extraordinario alto interés. En la primera semana, aportaron dinero solamente diez personas (de ellos nueve testaferros y el mismo Momo contratado). Sin embargo, cuando al lunes siguiente, ya que los intereses eran recargados semanalmente, todos ellos recibieron una moneda de diez kopeks por cada rublo metido, la ciudad se volvió loca. En la oficina de la sociedad se creó una cola de tres manzanas. Una semana después, Momo pago de nuevo el diez por ciento, después de lo cual contrató aun dos locales y doce receptores nuevos. El cuarto lunes, la puerta de las oficinas quedo cerrada. El arcoíris de "Estilo mariposa" huyo para siempre de las costas del Volga hacia otro lugar.

Para otra persona los beneficios de Nizhny Nóvgorod le serían suficientes para todo el resto de la vida, pero a Momo el dinero no lo detenía mucho tiempo. A veces él se presentaba como un molino de viento, en que por su flujo ancho se derraman billetes y moneda contante y sonante. El molino agita sus alas anchísimas no dando tregua, transforma dinerito en la harina menuda, en brillantes horquillas para la corbata, en trotones de pura raza, en orgías de muchos días, en los ramos extraordinarios para actrices. Y el viento todo lo sopla, sopla y agita la harina por los vastos espacios sin fronteras, así que el grano no se queda.

Y bien, y que le sople, Momo, para un siglo, del "grano" no tiene suficiente. No parará el milagro-molino.

Hizo una gira artística considerable por las ferias y las ciudades de gobierno, acumulando maestría. El año pasado llego hasta la capital. Limpio bien la ciudad de San Petersburgo, recordarán los suministradores cortesanos, los banqueros sutiles y el comercio los consejeros a la Sota de picas.

Decidió recientemente mostrar al público el talento poco ordinario de Momo. Venció el peso de la ambición, era ofensivo. Tanto talento, no se había visto antes de inventarlo, metes tanto la imaginación, las artes plásticas, el alma, y el reconocimiento a ninguno. Ya caen en la banda de estafadores, ya en artimañas judías, ya en las autoridades locales. Y de hecho no se le ocurrió de forma ortodoxa que todo esto era de orfebrería chef-d’oeuvres - la obra de un maestro.

A Momo le quedaba poco dinero, él esperaba la gloria. Claro, trabajar con la marca de firma así es más arriesgado, pero la gloria no pasa en propiedad a los cobardes. Y va allí, coge, cuando para cada operación tiene la máscara preparada. ¿A quién coger?, ¿a quién buscar? ¿Vio alguien la cara de Momo auténtica?

Quéjense, chismorreen y atrévanse con la despedida, se dirigía mentalmente Momo a los compatriotas. Aplaudan a un gran artista, pues no estaré eternamente con usted.

No, el no decidió morir, pero comenzaba a pensar en serio en la despedida con cariño para el corazón por los vastos espacios rusos. Se quedo aquí solamente para pagar su trono antiguo con el propio trabajo, y allí el mismo tiempo se muestra sobre el campo internacional. Momo sentía ya en sí la fuerza suficiente para esto.

La ciudad Moscú es milagrosa. Los moscovitas son aún más torpes que los peterburgueses, más ingenuos, no tan rallados, y ellos no tienen menor dinero. Momo se estableció aquí desde el otoño y ha tenido tiempo para realizar algunos focos elegantes. Aun dos o tres operaciones, y adiós a la querida tierra. Será necesario dar una vuelta por Europa, mirar hacia América. Mucho interesante cuentan sobre los Estados Unidos. El olfato sugería, que será allí donde se daría al desenfreno. Es posible empezar la excavación de cualquier canal, organizar una sociedad anónima para la construcción del ferrocarril transamericano o, digamos, para la búsqueda del oro azteca. Además de príncipes alemanes hay ahora una demanda grande, especialmente en los países nuevos eslavos y en el continente sudamericano. Aquí tiene sobre que pensar. Momo ya tenía precaución y tomo ciertas medidas.

Pero mientras, tenía unos asuntillos en Moscú. Este manzano todavía se sacudía y se sacudía. Dadle un plazo y los escritores de Moscú compondrán novelas sobre la Sota de picas.

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A la mañana siguiente del truco entretenido con el lord inglés y el viejecito gobernador Momo se despertó tarde y con dolor de cabeza. Toda la tarde y la medianoche lo celebraron. Mimi adoraba las fiestas, esto era su autentico elemento, así que se divirtieron a las mil maravillas.

La habitación de lujo en el hotel “Metropol” la granuja la transformo en el jardín del Edén: las plantas tropicales de invernadero en cubas, la araña enteramente con crisantemos y azucenas, la alfombra cubierta por pétalos de rosas, en todas partes cestas con las frutas de Eliseev y los ramos de Pogodin. Alrededor de la palmera por el dibujo de anillos giraba la boa del zoológico Morselli, representando a la serpiente tentadora. La verdad, no era convincente. Durante el invierno dormía y los ojos no los abría nunca. Pero Mimi, que presentaba a Eva, estaba inspirada. Momo, acordándose, sonrió y se froto la sien que le dolía. Maldita “pandilla”. Cuando, ya después de la caída del sol, Momo se daba la buena vida en el espacioso baño de porcelana, entre las orquídeas que navegan (por quince rublos la cosa), Mimi le regaba con el champan de botellas grandísimas. Él cogía todo el chorro fuerte con los labios y es evidente que se desvivió.

Pero también Mimochka ayer pincho, se canso. Como duerme, no se despertaría de un incendio. Entreabrió los labios hinchados, ambas palmitas puso por costumbre bajo la mejilla, los rizos espesos dorados se soltaron por la almohada.

Cuando se decidió que viajaran juntos, Momo le dijo a ella: “la Vida, muchacha, para una persona es así, cual él mismo. Si la persona es cruel, ella es cruel. Si es tímido, ella terrible. Si es agrio, ella triste. Y yo soy una persona alegre, mi vida es alegre, y para ti será tal”.

Y Mimi se inserto en la vida alegre así, como si se hubiera creado especialmente para ella. Aunque, seguramente, a sus veintidós años le gustaban los rabanitos silvestres con mostaza considerablemente. Además, Momo no le informaba de su asunto. Quiere contárselo el mismo. Solamente que la muchacha no es así, no recuerda lo malo mucho tiempo y además no empuja a la comprensión.

La cogió él la primavera pasada en Kishinev, donde Mimi actuaba como bailarina etíope en las variedades y tenía en los vividores locales una tremenda popularidad. Ella se ennegrecía la piel, se teñía y se rizaba los cabellos, por la escena saltaba en guirnaldas de colores, con pulseras sobre las manos y los pies. Los de Kishinev la aceptaban como si tuviera negrura natural. Es decir, al principio ellos tenían todavía algunas dudas, pero el negociante de paso napolitano, que era de Abisinia, confirmo que madmoiselle Zemchandra habla realmente etíope, así que todas las sospechas desaparecieron.

Este detalle originariamente dejo admirado a Momo, que apreciaba en las mistificaciones la combinación del descaro con la meticulosidad excesiva. Desde el azul, en el color de las campanillas, a los ojos, algo sucios, pero la carita absolutamente eslava penetraba en la etíope. Era necesaria gran gallardía. ¡Y además aprender etíope!

Después, cuando trabaron amistad, Mimi le conto cómo sucedió todo. Vivió en San Petersburgo, después de la quiebra de la opereta se ocupo en las tizas, se convirtió por casualidad en institutriz para la instrucción de los niños del enviado abisinio. El príncipe etíope, según el, no podía alegrarse más de su suerte: la señorita era acomodadiza, alegre, se contentaba con un pequeño sueldo, y los niños la adoraban. Todos susurraban con ella sobre algo, todos conspiraban, y los condujo a convertirse en niños juiciosos. Una vez paseaba por el Jardín Veraniego con el secretario de Estado Morder, discutiendo las complicaciones en las relaciones italiano-abisinias, y vio, de repente, una muchedumbre. Se acerco ¡dios etíope! La institutriz tocaba la armónica, y su hijo con su hija bailaban y cantaban. El público los miraba detenidamente, aplaudía, echaba dinero en la toalla torcida de un turbante, y echaba generosamente, con el alma.

En general, vino Mimi de la capital del norte llevando consigo sus pies con todo el apresuramiento posible, sin equipaje, sin ningún tipo de residencia. Todo sería nada, suspiraba ella, solamente que era lamentable. Los pobres Maryamchik y Asefochka, le aburrían, vamos, ahora vive.

Pero yo contigo no me aburro, pensó Momo, cariñosamente mirándole el hombro, que se asomaba por debajo de la manta, con tres hermosos lunares como el triángulo correcto.

Él se puso las manos tras la cabeza, examino la habitación, en la que entro solamente en las vísperas, cubriendo sus huellas. Los apartamentos de ostentación: con un tocador, una sala, un despacho. Las molduras doradas eran un poco más de la cuenta de lo que dan a los mercaderes. En “De trapos”, los apartamentos eran más finos, pero desde allí hasta ahora fueron bajando. Sin duda, la imagen era completamente oficial, con una distribución generosa de propina y el modelo ante el dibujante de "El observador de Moscú”. Estar en un lugar visible sobre la cubierta de una honrada revista ilustrada como “su alteza” no se publica, se ve alguna vez y se aprovecha.

Momo miro distraídamente en la unión bajo el baldaquín dorado del mofletudo Cupido. El travieso de yeso apuntaba al inquilino con la flecha directo a la frente. Las flechas, en realidad, no las vio, porque sobre ella coloco Mimi los pantalones de encajes del color “el corazón que arde”. ¿Cómo han caído ellos allí? ¿Y de donde los encargo? ¿De hecho Mimi representaba a Eva? Adivinanza.

Los insólitos pantalones por algún motivo intrigaron a Momo. Bajo ellos debe haber una flecha, más grande no puede haber nada, esto es evidente. Y de repente se encuentra que allí no hay ninguna flecha, y ¿algo completamente diferente? De repente, Cupidito coloco los deditos rollizos por el culo, cubierto desde arriba por un trapo brillante, y ¿presento a su manera las flechas?

Así así, aquí algo se dibujaba.

Habiendo olvidado la sien que le duele, se sentó Momo en la cama, como antes, mirando a los pantalones.

La persona espera que bajo ellos haya flechas, porque para Cupido, por su cargo y su título, precisamente tiene flechas, y bien, como en realidad allí no hay flechas, ¿y el culo?


- Muchacha, ¡despiértate! - él dio un golpe a la dormida en el hombro rosado. - ¡Date prisa! ¡Papel, lápiz! ¡Pongamos un anuncio en el periódico!

En vez de la respuesta, Mimi se puso en la cabeza una manta. Momo salto de la cama al suelo, cayó sobre algo rugoso, frío y grito del horror. Sobre la alfombra, habiéndose enrollado en el jardín de lona impermeabilizada a la manera del intestino, dormía la boa anterior, la tentación del Edén.

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