martes, 31 de enero de 2012

O-Admiración por los bomberos

El porqué de la admiración es sencillo: ellos entran cuando todo el mundo sale echando leches porque la cosa está muy malita.
Muchas veces me he preguntado porqué siempre van ataviados hasta arriba con un chaquetón, el casco, una linterna, etc, aunque sea de día y en pleno verano y la explicación es que nunca sabes que te puedes encontrar.
Ayer me tocó hacer de avanzadilla ante el aviso de un incendio en un piso. Desde fuera ni se veía humo ni se olía, así que había que entrar a valorar. Era un tercer piso y el edificio tenía dos escaleras. Subí las dos corriendo porque me metí por la que no era. La puerta de la vivienda estaba abierta y no se veía nada porque habían cortado la luz. Al parecer habían entrado con un extintor algunos vecinos a apagar unas llamas pero habían tenido que salir porque la situación era irrespirable.
Como los cementerios están llenos de valientes, me tapé la nariz y boca con unas bragas para el frío creyendo que eso era suficiente. No se veía ni torta y el aire era negro. Tuve que volverme, tomar aire fresco y esta vez entré aguantando la respiración. Me dió tiempo a comprobar que no había llamas y que no había nadie en la habitación incendiada, así que al menos la cosa estaba controlada.
Cuando llegaron los bomberos, airearon el lugar y se pudo disipar el humo comprobando donde me había metido. Según me explicó el cabo de los bomberos, el calor y el humo se habían acumulado en el techo, derritiendo varios aparatos y la cuerda de la persiana (la cual intente abrir y me quedé con ella en la mano), solo había ardido una estantería y un peluche, pero había sido suficiente para provocar aquello. No se que hubiera pasado si llega a prenderse el colchón que estaba al lado, pero posiblemente hubiera ardido la casa entera y el menda ni hubiera entrado.
Con un cacharro que tienen, habían medido la temperatura y llegaba a los 400º, de ahí que tuviera la garganta abrasada de mi primera incursión. Afortunadamente, lo único que me pasó es que me fuí apestando a humo.
Cuando uno se pone a pensar en un incendio forestal y las temperaturas que puede haber allí con tanto material ardiente, lo del piso es una minucia.
Lo peor de todo es que, a los pobres, como son funcionarios y son unos "afortunados", se ve bien que se les baje el sueldo a pesar de todos los riesgos a los que se exponen para defendernos, a veces de nosotros mismos y nuestras chorradas.

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