jueves, 26 de diciembre de 2013

O-Sobreviví al IKEA

Hay un sketch de Gomaespuma titulado "El catálogo del IKEA, que ella no lo vea". Va sobre un señor de Cádiz que visita el IKEA que le han hecho cerca y es buenísimo. Me parto cuando cuenta que se encuentra a un amigo que se ha quedado a vivir dentro porque tenía todo a mano y le salía mas barato. Siempre me ha parecido una exageración, pero no esta muy lejos de la realidad...
Esta mañana le dije a mi mujer que quería ir a mirar una estantería para poner libros porque ya no están aparcados en doble fila, sino que los tengo por todos lados y aun tengo que traerme los que me quedan en San Roque en casa de mis padres ante la futura ocupación de mi dormitorio por mi hermana. Ella dijo que me acompañaba que quería mirar unos carteles. Gran error!!!
Al entrar vi que tenían un restaurante justo al inicio y no comprendí su función ya que lo más lógico es que estuviera al salir para que después de una compra te tomaras un tentempié. Pero no, está al inicio porque es importante que hayas comido algo para no morir de inanición en la visita.
Mi mujer me dijo que cogiera un carro pequeñito con una bolsa amarilla "por si veíamos algo", segundo error. Cogí un papelillo para apuntar y un lápiz pequeñito de un cacharro cuando unos cuantos niños se cansaron de sustraerlos en plan "todos los que me quepan en los bolsillos". No les harán falta lápices hasta la universidad. También una pequeña cinta métrica que era muy graciosa pero que cortaba los dedos que daba gusto.
Por los pasillos había unas flechas que te indicaban el itinerario a seguir y casi todo el mundo iba en el mismo sentido. Había unos cuantos que iban en sentido contrario, los suicidas, pero eso lo comprendí luego, ya que había que tener ganas de volver lo andado.
Al principio era todo muy bonito, muchos dormitorios, salones, etc, de hecho nos encontramos hasta un inodoro que no se que pintaba como mueble, así que imaginaba que estaría de decoración. Recordé el sketch de Gomaespuma y al hombre que se quedó a vivir dentro porque tenía de todo y tuve que reirme.
Encontré la estantería, apunté en un papelito pasillo y sección y me dirigí a la salida, o eso creía. Empecé a dar giros y mas giros sin saber donde estaba el norte, en sentido literal porque no sabía donde estaba. Por el camino se fueron metiendo en la bolsa amarilla unas cajas almacenadoras, unas cucharas, unos platos, un flexo y no recuerdo que más. No creo que hicieran ni falta, pero allí que iba yo acarreando un carrito cada vez más cargado.
Descubrí a otros personajes del IKEA, los "profesionales", que sabían de atajos para ir de un pasillo a otro sin tener que recorrer toda la planta.
Por fin acabé de recorrer la planta superior y volví al restaurante, a una zona de avituallamiento con baños y una zona con sillas donde había una persona mayor sentada esperando que posiblemente fuera abandonada allí en su juventud.
La parte inferior intenté recorrerla a más velocidad pero seguían cayendo cosas en la bolsa. Ya no había tantos suicidas pero sí te encontrabas atascos generados por matrimonios peleándose por el color de los cojines en medio del pasillo. El camino seguía serpenteando y los obstáculos eran cada vez más. Escuché a un pobre abuelo agonizando diciéndole a la familia "estoy al límte de mi aguante". Aceleré más porque no quería morir allí tampoco.
Por fin llegué a una zona que parecía un gran almacén con pasillos donde se almacenaban enormes cajas sobre palés. Tenía que buscar la estantería entre aquello y cogerla yo solito. 34 kilos para un canijo que pesa poco más era una aventura indescriptible. No por el peso, sino por el tamaño del bulto y como ponerlo en un carrito que se movía cada vez que intentaba colocarlo encima.
Pagué haciéndome yo mismo la lectura de códigos de barras y salí corriendo de allí sin volver la vista atrás para no recordar aquellos otros señores caídos por el camino en su intento de ir a comprar un mueble al IKEA.
Meter el bulto en el coche ya ni os digo como fue, porque eso es para nota de ingeniería, pero ya tengo mi estantería montada y ha merecido la pena el esfuerzo. Tenía que haberme llevado el GPS, porque creo que he hecho el mayor número de kilómetros de toda la semana.
Como bien decían Gomaespuma, "el catálogo de IKEA, que ella no lo vea".

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